lunes, 27 de febrero de 2012

LA EDUCACIÓN FAMILIAR COMO PARTE DE LA ORIENTACIÓN FAMILIAR
 
Las causas de la evidente fragilidad teórica de la Educación Familiar es, por una parte, que la familia no se consideró objeto estudio hasta bien entrado el siglo XX y por otra, el olvido en la que estuvo sumida la Pedagogía Familiar.
 
El profesor Quintana Cabanas reflexionó sobre esto quedando la misma perfectamente reflejada en su aportación al tratado de Pedagogía Familiar (1993). En este Manual encontramos una definición de Pedagogía Familiar que dice así:
 
 
«Entendida como la ciencia pedagógica de la educación familiar, o la parte de la pedagogía que se ocupa de ese aspecto de la educación que es la educación familiar». Este autor nos aclara algo más: «que el objeto de la Pedagogía es el educar, la regulación de la actividad educadora, no siendo este el objeto de ninguna de las CC. de la Educación. Con esto queda patente la autonomía de la Pedagogía con respecto a las CC. de la Educación. Y en este contexto entra la Pedagogía Familiar, en cuanto rama de la Pedagogía. Si se quiere, forma parte de la Ciencia de la Educación, como la propia Pedagogía; pero no es una de las llamadas "Ciencias de la Educación", sino que es una de las "ciencias pedagógicas" o ramas de la Pedagogía. Como tal, la Pedagogía Familiar es una ciencia "práctica", por más que se apoye en unas bases teóricas» (Quintana Cabanas, 1993: 13-14).
 
Este predominio de la práctica también podría ser una de las causas de la fragilidad teórica de esta disciplina, por que, a pesar de lo que apuntaba Quintana, no tuvo el suficiente acompañamiento teórico. Hoy en día está comprobado que para que una disciplina científica se consolide y avance, la teoría y la práctica deben estar siempre presentes, sobre todo porque son dos dimensiones de una única y misma realidad.
 
Otro aspecto que podría haber motivado la ausencia de planteamientos científicos sobre Educación Familiar y una profundización pedagógica de la misma, es que el ámbito familiar siempre estuvo marcado, valga la redundancia, por la «familiaridad» del tema. Sobre la familia siempre existió como una especie de libertad de opinión, todo el mundo podía opinar, lo que en muchas ocasiones facilitaba el caer en malinterpretaciones, en el mantenimiento de comportamientos arraigados-heredados, etc. que restaban cientificidad al objeto de estudio de la Educación Familiar.
 
Este es el panorama en el que hemos encontrado la Educación Familiar, y desde ahí tenemos que partir, aprovechando al máximo el trabajo de aquellos profesionales de la educación que dedicaron a la educación familiar, así como también las aportaciones de profesionales de otras disciplinas: psicólogos, sociólogos, antropólogos, juristas...
 
La eclosión de la educación familiar viene determinada por factores tales como: el cambio originado entorno al concepto de familia, la influencia del contexto social, económico, cultural, las nuevas políticas sociales, la democracia y el Estado de Bienestar, el divorcio y las separaciones, las nuevas formas de convivencia, la natalidad, las relaciones intergeneracionales; las problemáticas familiares...
 
La educación pasa a ser concebida como «un proceso de mejora de la persona que sobrepasa los límites del periodo escolar, llegando incluso a cuestionarse el monopolio de tal institución sobre la educación. La educación es concebida como una característica de la existencia humana» (Petrus, 1997:10).
 
El profesor A. Sanvisens (1995: 152-153) afirma al respecto que frente a los continuos y rápidos procesos de transformación social, la educación adquiere nuevas dimensiones y funciones:
 
- Deviene en una actividad o función permanente.
- Se abre a sectores marginales y problemáticos hasta entonces alejados del concepto de educación.
- Se define como un sistema abierto.
- Se reformula la educación como una actividad social.
 
La educación familiar, está condicionada por su propia historia, por su carácter pedagógico y por las políticas sociales, y aún así no debe renunciar a la intervención crítica y transformadora de la familia y de la sociedad.
 
La Educación Familiar como adaptación:
 
Por Adaptación se entiende como la adquisición de las condiciones que el medio exige del hábito más evolutivo del hombre: adaptarse.
 
La educación familiar, consistiría en adquirir las necesarias características intelectuales, sociales, culturales, afectivas y personales para adaptarse al medio, para vivir y sobrevivir en un contexto familiar y social concreto. Esta adaptación es evolutiva, es un proceso que se da a lo largo de toda la vida, y la educación familiar aunque es más intensa en la infancia y en la adolescencia, continua en la adultez y en la vejez. La educación familiar adaptativa, es un inacabable proceso de continuas adaptaciones del hombre al medio natural y social. En sentido estricto, la educación familiar sería la expresión del desarrollo adaptativo del educando, como ser vivo, a las cambiantes necesidades sociales.
 
La adaptación es una fase necesaria de la educación familiar, aunque esa adaptación sólo tendrá valor pedagógico si se convierte en un auténtico factor de optimización de la persona y de la propia sociedad. Esa adaptación debe entenderse como una adaptación evolutiva, creativa y optimizante. Toda educación familiar debe ser adaptativa y evolutiva al mismo tiempo. Es decir, debe ser capaz de integrar a cada miembro del sistema familiar en el medio, y convertirse en un factor de cambio de ese mismo medio.
 
La Educación Familiar como socialización:
 
Por Socialización se entiende: «el proceso a través del cual el individuo humano aprende e interioriza unos contenidos socioculturales, a la vez que desarrolla y afirma su identidad personal bajo la influencia de unos agentes exteriores y mediante mecanismos procesuales frecuentemente inintencionados» (Quintana Cabanas, 1993:32).
 
La socialización es el largo proceso que conduce a la correcta inserción del individuo en la vida del grupo.
 
La educación familiar sería el complejo mecanismo gracias al cual, un individuo del sistema familiar asume los valores, normas y comportamientos de dicho sistema. Cuando se habla de socialización de los individuos se incluye, dentro de un mismo proceso, la consecución de dos efectos: la enculturación y la personalización (Coloma, 1987).
 
La familia, se considera el grupo primario por excelencia dentro del proceso de socialización, y comporta el más elemental aprendizaje afectivo de los comportamientos del grupo. los padres aportan a sus hijos, además de alimento y protección, unas pautas específicas y el estímulo de unos modos concretos de interacción. La problemática de la socialización familiar estribaría precisamente en las pautas y en los modos concretos de interacción usados por los padres.
 
La educación familiar se define también, como una correcta socialización.
 
La educación familiar seria el complejo mecanismo gracias al cual, un individuo del sistema familiar asume valores, normas y comportamientos de dicho sistema.
 
La Educación Familiar como adquisición de competencias sociales:
 
Si anteriormente se destacaba la capacidad de la familia para influir en la correcta socialización de sus miembros, o en la correcta inserción del individuo en la vida del grupo, vemos que la adquisición de competencias sociales también se acerca a lo que entendemos por socialización.
 
 Habermas (1982) añade una característica que las diferencia y que es importante tener en cuenta: la socialización no es un mero proceso racional y cognitivo, sino más bien el resultado de un proceso afectivo y comunicativo. La educación familiar, en los último tiempos, se ha ocupado más de este último proceso, delegando la parte racional y cognitiva de la socialización a agentes secundarios como la escuela y los medios de comunicación. La educación familiar, aún así, no debe delegar estas funciones, sino participar junto al resto de agentes socializadores en su adquisición y afianzamiento.

La educación familiar se interpreta como: la acción educativa, cuyo objetivo, es el aprendizaje de las virtudes o capacidades sociales que un grupo o sociedad considera correctas y necesarias para alcanzar su integración.
 
La educación familiar debe tener como objetivo que las familias y sus miembros se formen y adquieran las habilidades o competencias sociales para una sana y eficaz vida en familia y en sociedad; por otro lado, no podemos olvidar que a veces las familias no son capaces de ofrecer a sus miembros tales habilidades o competencias sociales, inhabilitándolos para una correcta vida familiar y grupal y desviándolos socialmente. La educación familiar, también, debe tener como objetivo, prevenir y procurar que las familias no se sientan incapaces o impotentes en su acción educativa.

 
Educación Familiar como didáctica de lo familiar:
 
La Educación Familiar se entendería como un conjunto de estrategias e intervenciones socioeducativas en el medio familiar.
 
La Educación Familiar es una intervención socioeducativa. Una intervención, en función de las dificultades que presente cada núcleo familiar y en función de unos determinados mandatos institucionales. Es algo así como una ciencia de la intervención frente a las problemáticas familiares. Es una didáctica de lo familiar.
 
Educación Familiar como acción profesional cualificada:
 
La Educación Familiar es concebida también como la intervención cualificada de unos profesionales, con la ayuda de unos recursos y la presencia de unas determinadas circunstancias, sobre un sistema familiar.
 
Será objetivo primordial de esta actuación prevenir y dar solución a ciertas problemáticas y necesidades familiares de la población alejada de los beneficios sociales.
 
Una intervención profesional cualificada, no debe ni puede, reducirse acciones socioeducativas, sino que debe incidir en un análisis profundo del sistema familiar. Todo ello dirigido a la consecución de los cambios necesarios, de una forma eficaz y justa, y donde la familia sea la protagonista de los mismos.
 
La educación familiar será, en suma, una acción consciente, reflexiva y planificada, fundamentada en la técnica y en la metodología, a fin de incidir positivamente sobre una realidad familiar determinada. La educación familiar es una acción profesional cualificada, aplicada al contexto familiar, después de haber realizado un diagnóstico de la realidad familiar. La educación familiar es, en definitiva, una acción a través de unos medios y recursos adecuados, destinados a cambiar dicha realidad.
 
Educación Familiar como acción cerca de la inadaptación social:
 
La Educación Familiar tiene como funciones: Desarrollar y promover la calidad de vida del sistema familiar y adoptar y aplicar estrategias de prevención sobre las causas que originan y mantienen en desequilibrio al contexto familiar.
 
Definir la Educación familiar partiendo de la inadaptación viene a demostrar la excesiva relación existente entre la educación familiar y la inadaptación y la marginación.
 
Educación familiar como paidocenosis:
 
La educación es el conjunto de estímulos (paidocenosis) que de manera eficaz posibilita que una sociedad disponga de un mayor nivel de socialización. La familia es fuente fundamental de estímulos, por ello consideramos que su función educadora es también paidocenosis.
 
La educación familiar como generadora de demandas:
 
La educación familiar tiene que asumir actitudes positivas ante las actuales estructuras sociales, orientándolas al respeto total de las exigencias familiares. Al mismo tiempo, ha de provocar las situaciones adecuadas para que la familia pueda o sea capaz de adaptarse a las transformaciones que sufre por motivo de los cambios sociales.
 
Debe asumir también el objetivo de crear conciencia acerca de cuáles son las necesidades familiares y sociales no debidamente satisfechas. La educación familiar debe revelarse abierta a las diversas determinaciones sociales, dispuesta a integrar nuevas situaciones, y ser sensible a las complejas exigencias de los miembros más jóvenes del sistema familiar.
 
La educación familiar desde un enfoque integrador y cambiante:
 
La educación familiar debe ser abordada desde una perspectiva integradora. es de vital importancia interpretar la educación familiar teniendo en cuenta los cambios más significativos que se produzcan en el contexto familiar y social más inmediato.
 
Es integradora, porque además del peso que adquiere su relación con familias multiproblemáticas y marginales, su intervención educativa debe recoger también las familias consideradas como «normales».
 
 
EL PERFIL DEL EDUCADOR FAMILIAR
 
FORMACIÓN BÁSICA:
 
En primer lugar conviene indicar que la persona interesada en trabajar con familias, debe comenzar por poseer una formación básica como Educador, en la que se incluya: el conocimiento del contexto socioeducativo y familiar, el conocimiento de las características de los individuos (adultos y niños, ciclos vitales de la familia), una reflexión acerca de los fines y valores de la educación, capacidad para realizar diagnóstico de necesidades, planificar programas, organizar espacios, tiempos y recursos, manejar la comunicación entre compañeros padres e hijos, evaluar los logros de los miembros de la familia y de los programas...
 
FORMACIÓN ESPECÍFICA:
 
Una de los rasgos que marca el trabajo profesional del Educador Familiar es la multidisciplinariedad pero además estará integrado en un programa de intervención y en un contexto en el que desarrolla su acción. Con respecto a la formación específica, decir que debe existir cierta conjunción entre función a desempeñar y formación.
 
a. FORMACIÓN PARA EL AUTOCONOCIMIENTO Y LA AUTOREFLEXIÓN PERSONAL:
 
La persona del El Educador Familiar es una herramienta-instrumento de trabajo y, por ello, ha de estar siempre en continua revisión y puesta al día. Situarse en un nivel autorreferencial permite responder a preguntas tales como (Vega, S., 1997):
 
- ¿Qué pasa en él con esa familia particular, o con determinadas familias, o con determinadas situaciones problemáticas?.
- ¿Qué efectos experimenta emocionalmente con familias y/o sistemas?.
- ¿Cómo actúa o cuáles son sus conductas-comunicaciones-respuestas cuando se presentan dificultades relacionales persistentes con la familia en su conjunto o con algún miembro?.
- ¿Cómo le afecta o qué tipo de respuesta tiene frente a la pobreza, la desocupación, la enfermedad, la inadaptación, la negligencia, la delincuencia, la marginación, el maltrato el fracaso escolar,...?.
- ¿Qué tipo de emociones y prejuicios le surgen frente a culturas diferentes, etnias, religiosidad, género, variaciones sexuales, migraciones?.
- ¿Qué grado de disonancia-consonancia cultural puede reconocer entre su propia visión del mundo y la del otro?.
 
Junto a esta serie de preguntas, que necesariamente se ha de responder el Educador para afrontar con garantías el abordaje del proceso de ayuda a la familia, ha de tener en cuenta otro aspecto relevante como es la posición superior de «experto». Una de las connotaciones que más sobresale viene dada por la creencia y el estereotipo cultural de que el profesional es el único que posee el conocimiento objetivo de la realidad. Al no partir el profesional como único poseedor de la verdad, el proceso adquiere una mayor complejidad y alternativas, y se convierte en un proceso conjunto de construcción de cambios mínimos.
 
Responder a las preguntas antes expuestas conlleva un trabajo intenso de autoconocimiento personal, puesto que (Vega, S., 1997):
 
- Exige agudizar las ideas que se tiene sobre uno mismo y sobre los otros para reconocer los modos de relacionarse en las diferentes situaciones interpersonales.
- Supone un entrenamiento, a través del cual cada uno evalúe sistemáticamente las distintas secuencias interactivas desde su propia persona.
- Requiere ejercitarse en el reconocimiento de la posible interferencia de sus emociones, en la situación que tiene que intervenir. Reconocer la posibilidad de dicha interferencia emocional facilita que ésta no se transforme en un obstáculo de avance. Debe ser capaz de modificar la debilidad o la excesiva involucración emocional del Educador Familiar en un instrumento útil. El equilibrio entre las emociones del Educador y los objetivos de la intervención es una de las principales dificultades que debe afrontar para que la misma alcance tales objetivos.
- Exige la visualización y la fijación de objetivos frente a una situación-problema que le permita integrar sus posibilidades de cambio en relación a sí mismo (nivel intrapersonal), con los otros profesionales (nivel interpersonal) y con el sistema organización-usuario (nivel intersistémico).
 
b. FORMACIÓN PARA BASARSE EN LA COMPETENCIA DE LOS PADRES:
 
Es conveniente que el Educador Familiar reconozca que las personas adultas con las que trabaja, o va a trabajar, tienen en general una amplia experiencia vital, con sus propios conjuntos o sistemas de ideas; experimentan un mundo de afectos y relaciones y poseen de forma más o menos consciente su propia escala de valores. Desde el punto de vista de la ayuda que el Educador siempre pueda prestar, resultará más productivo partir de sus competencias que de sus déficits. Para establecer unas relaciones de apoyo y facilitar el cambio, las mismas tienen que estar basadas en la empatía, la confianza, la franqueza y el respeto.
 
c. FORMACIÓN PARA CONSTRUIR REPRESENTACIONES COMPARTIDAS
 
Todas las personas estamos interesadas en comprender lo que sucede a nuestro alrededor, para poder actuar de forma adecuada y poder hacer previsiones. Para dar un sentido al mundo, cada persona construye en su mente modelos de acontecimientos basados en su experiencia..
 
Los profesionales de la educación familiar deben aprender a conocer y a trabajar con las ideas de los padres, sin pretender sustituirlas por otras, sino las nuevas les resultarán extrañas, poco comprensibles y difícilmente se llevarán a la práctica.
 
d. FORMACIÓN PARA TRABAJAR EN COLABORACIÓN CON LOS PADRES:
 
De acuerdo con las ideas precedentes, la implicación de los padres deben entenderse más como un trabajo cooperativo que como un seguimiento o una participación de las orientaciones del profesional, superando concepciones paternalistas. En concreto, los profesionales, deben aprender a planificar en colaboración con los padres. Esto implica reconocer y negociar las metas, la comprensión de las características y necesidades de los y planificar lo que se va a hacer y reflexionar sobre lo realizado.
 
e. FORMACIÓN PARA TRABAJAR EN LA COMUNIDAD:
 
Los profesionales de la educación familiar deben saber que, tanto trabajen directamente con los niños como con los adultos, es toda la familia la que está implicada. La ayuda que el profesional presta pretende que sus destinatarios experimenten que han sido eficaces al enfrentarse «a su situación» con su propio esfuerzo y se sientan capaces de encarar el futuro sin ayuda profesional o con una ayuda muy limitada.
 
 
EL EDUCADOR PARA SU INTERVENCIÓN EN EL ÁMBITO FAMILIAR DEBE POSEER
 
- Además de formar parte de un equipo interdisciplinar (trabajador social, psicólogo, abogado, auxiliar de servicios sociales…) debería de crear un equipo de educadores. Un espacio concreto extendiendo el territorio para poder actuar con varios educadores mejor que asignar un sólo Educador a un territorio más reducido. El Educador es el instrumento facilitador del cambio y un equipo garantiza una heterogeneidad (sexo, carácter, edad, experiencias…) y permite un mejor acercamiento a realidades familiares diversas.
 
- Se precisa una madurez personal suficiente para confrontar problemas
 
- Disponibilidad y profesionalidad (dedicarle tiempo y creer en lo que se hace). Este trabajo no tiene un horario fijo ni unas tareas muy definidas. Hacer un seguimiento familiar supone, en muchas ocasiones, hacer cosas insospechadas, en tiempos no previstos.
 
- Capacidad y habilidad para trabajar y compartir en equipo. A la hora de valorar los casos y de supervisar las intervenciones que se llevan a cabo, es muy frecuente que las interpretaciones estén cargadas de sentimientos, temores, rabia, incapacidad... hacia las distintas familias. La facultad para aceptar críticas y de valorar la opinión de los demás es fundamental en este trabajo. El apoyo del resto del equipo es fundamental para sentirse para superar frustraciones, tensiones...
 
- Saber escuchar, ponerse en el lugar del otro (ser empático). Creer en la capacidad de cambio individual y la necesidad de cambio social. En el entorno familiar las evoluciones son mucho más lentas, pero también más significativas y permanentes. Estas características pueden desanimar en un principio, pero la perseverancia y la confianza en el cambio son factores claves que hay que desarrollar y mantener con estas familias.
 
 
DIFICULTADES QUE HA DE AFRONTAR EL EDUCADOR FAMILIAR
 
Se toma como referencia a Coletti, M. y Linares, J.L. (Comp.), (1997): «La intervención sistémica en los Servicios Sociales ante la familia multiproblemática». Paidós. Terapia Familiar. Barcelona.
 
Las dificultades más comunes que se le presentan al Educador Familiar se enmarcan dentro del plano emocional.
 
La gran carga de sufrimientos, incongruencias, violencias y miserias que la mayoría de las familias multiproblemáticas (muestran a quién trabaja con ellas, provoca normalmente una gran cantidad de reacciones emocionales. El Educador Familiar ha de saber que dichas vivencias emocionales formarán parte de su trabajo desde el primer momento que decide intervenir en el ámbito familiar. Por otra parte, ha de considerar que tales experiencias pueden facilitar o bloquear la evolución de una intervención.
 
El trabajo con familias es en definitiva un trabajo con personas. Esta peculiaridad repercute inevitablemente en su trabajo
 
Implicación incontrolada, parcialidad, agotamiento, impotencia, bloqueo y rabia son elementos que aparecen con frecuencia en el trabajo con familias multiproblemáticas, a lo que se podría añadir la posibilidad de que el Educador Familiar no soporte algunas situaciones difíciles, como por ejemplo los malos tratos en el seno familiar.
 
Otro aspecto a destacar, y que puede ser fuente de vivencias negativas, es la falta de gratificaciones. Por parte de los usuarios poco se puede pedir, porque son ellos los que más necesitan ser estimulados. Los compañeros de trabajo, aún a pesar de todo lo dicho sobre la importancia de la tarea en equipo y de la empatía, a veces no suelen ser fuente de gratificaciones porque la necesidad es recíproca. Lo deseable es que el equipo sirva de punto de apoyo y de estímulo para todos y cada uno de sus integrantes.
 
En ocasiones, el Educador Familiar verá cómo las situaciones no avanzan debido sobre todo a la obstinación de las familias por no querer salir del embrollo problemático en el que se encuentran estancados. Las emociones más usuales ante este tipo de inmovilismo y falta de motivación para los cambios (incluso aquellos más pequeños y que parecen al alcance de la mano) son la angustia y la irritación.
 
Uno de los aspectos que caracterizan muchas situaciones es la cronicidad. Las prestaciones se perpetúan en el tiempo, hasta transformarse en algo habitual no sólo para la familia, sino también para los mismos servicios. El Educador Familiar y el resto de profesionales siempre deben trabajar para que esto sea lo último que suceda, es decir, anticiparse a ella, procurando dar respuestas desde los programas de educación familiar.
 
Otra fuente de ansiedad se relaciona con el fracaso. En este trabajo siempre se ha de ser confiar en aquellas intervenciones sencillas. La realidad demuestra que las intervenciones no son tan fáciles como parecen y que los primeros cambios necesitan pasar por varias fases (con sus logros y fracasos) hasta que se consigue el resultado esperado. De ahí que sea fundamental saber que lo más normal es que se tengan fracasos, sobre todo al principio.
 
Otro aspecto que suele darse con bastante frecuencia durante los encuentros con las familias, son los momentos de tensión. Con bastante regularidad surge incomprensión y enfrentamiento por las problemáticas y por la propia intervención que se está llevando a cabo.
 
Otros aspectos que pueden generar enfrentamientos e incomprensiones son los que hacen referencia a decisiones vividas como delicadas y nuevas por la familia, y que pueden ser aprovechadas por el Educador y el resto de su equipo. Tales propuestas pueden producir fuertes tensiones. Pasados los momentos de tensión y enfrentamiento vendrán momentos de calma. La demanda de ayuda por parte de la familia para afrontar esta nueva situación provocará la revisión de los objetivos propuestos y la posibilidad de abrir nuevos caminos y alternativas para la intervención.
 
El exceso motivacional. El burn out: Se toma como referencia a Coletti, M y Linares, J.L. (Comp.), (1997): «La intervención sistémica en los Servicios Sociales ante la familia multiproblemática» (Paidós. Terapia Familiar. Barcelona).
 
Fue en 1974, cuando el psiquiatra Herbert Freudenberger, que atendía a toxicómanos en un hospital de Nueva York, empezó a observar cómo muchos de sus compañeros, jóvenes e idealistas, al cabo del año de trabajo sufrían una gran desmotivación y una progresiva pérdida de energía hasta llegar al agotamiento, así como síntomas de ansiedad y depresión. Le llamé el síndrome del quemado o Burn out y es el nivel más alto de nocividad del estrés. Es decir, una relación persona-entorno que el individuo percibe como desbordante o amenazante, pero llevada al extremo.
 
El burn out aparece como el resultado de la insoportabilidad del ambiente de trabajo, de los compañeros, de los superiores y de las instituciones.
 
El burn out puede surgir en cualquier actividad profesional donde exista cierto grado de responsabilidad, según demuestra la experiencia clínica. Las áreas de mayor incidencia son la enseñanza y la sanidad. Es padecido por los profesionales de la salud y educadores, los cuales, en su voluntad por adaptarse y responder eficazmente a un exceso en las demandas y presiones laborales, se esfuerzan de un modo intenso y sostenido en el tiempo, con una sobreexigencia y tensión que originan importantes riesgos de contraer enfermedades y afectar negativamente el rendimiento y la calidad del servicio profesional.
 
Aparece en el comienzo ansiedad, fatiga, irritabilidad. Sintéticamente, las características principales descriptas por Maslach (1981) son:
 
- Cansancio y desgaste emocional, desvitalización, pérdida de energía tanto psíquica como física, apatía, desmotivación y poca orientación al logro de objetivos, Angustia. estrés, pérdida de autoestima, dificultad para cumplir con su tarea, alicaídos, faltos de incentivos...
- Despersonalización en la relación con los otros (pacientes, colegas) con actitudes de irritabilidad, agresividad, impaciencia, cinismo, suspicacia e intolerancia.
- Pérdida del sentimiento de competencia e idoneidad profesional, desmotivación, pérdida de la autoestima laboral, deserción y abandono de tareas
 
Las consecuencias llegan a ser tan graves que pueden conducirles a contraer enfermedades que varían desde la depresión hasta la aparición de desórdenes específicos como Somatizaciones que van desde trastornos funcionales a lesionales según el grado de avance del problema: trastornos cardiocirculatorios y accidentes cerebrales, depresión, tendencia al suicidio, alcoholismo, adicciones, insomnio, hipertensión arterial, cefaleas, trastornos articulares y musculares, entre los más relevantes.
 
El burn out es la fase final del estrés continuado y se caracteriza por un pronunciado desgaste laboral tras varios años de trabajo. Se le califica como un síndrome de agotamiento de emociones, despersonalización y falta de logro y de realización personal en el trabajo. Desde el punto de vista psicológico, para evitar que un trabajo nos queme ha de reunir una serie de características: que sea motivador, que no sea repetitivo y que exista cierto reconocimiento de nuestra labor. Por desgracia, en la enseñanza en raras ocasiones se dan estas condiciones.
 
Otro elemento a tener en cuenta y de difícil control es el exceso motivacional. Este factor, también llamado delirio de omnipotencia, raramente es analizado pero se sabe que puede producir grandes problemas dentro del equipo y en la gestión de los casos. El individuo piensa o actúa como si dispusiera de poderes o capacidades especiales y fuera superior a los demás
 
Esta excesiva emoción hace que el sujeto que la posee crea que él o ella tiene la solución para todo y difícilmente permite que otros le deleguen en la toma de decisiones, esperando que su decisión sea acatada como inmejorable, con una actitud casi siempre es desafiante. Todo ello en su conjunto facilita que este exceso motivacional sea considerado como delirante.
 
 
LA INTERVENCIÓN FAMILIAR
 
La intervención familiar se inicia a través de la consolidación de un programa que permite sistematizar las primeras actuaciones. En otras palabras, para llevar a cabo un proceso de cambio en las familias es muy importante elaborar previamente cuáles son los pasos que se van a seguir en la intervención, o lo que es lo mismo, el planeamiento de la intervención.
 
Entre la gran variedad de variables existentes destacaremos tres por sus capacidad para condicionar el diseño del proyecto (Vilar, J., 1996):
 
- Alcance del recurso o la amplitud del contexto: La primera variable hace referencia a la cantidad de población a la que se desea llegar o que se verá afectada por el proyecto. Así, podremos hablar de alcance macrosocial, cuando se engloba a un número amplio de población, o a un territorio extenso, por ejemplo.
 
- Alcance mesosocial, cuando de lo que se trata son de secciones o grupos concretos, por ejemplo: menores, drogodependientes, enfermos, tercera edad…
- Alcance microsocial, cuando se trate de un servicio reducido a un grupo específico que no se puede fragmentar, como un núcleo familiar, una asociación determinada, etc.
- Grado de formalidad: El grado de formalidad hace referencia a la especificidad con la que se ha de diseñar el proceso de cambio para que el proyecto responda a los objetivos propuestos.
 
- Formalidad baja cuando no sea necesario regular las acciones de un servicio para alcanzar los objetivos propuestos. Esto que quiere decir que la misma existencia del recurso o servicio lleva implícito este alcance en la medida que se conocen los requisitos básicos para usarlo y participar, por ejemplo, la biblioteca, el centro de información juvenil...
- Formalidad media cuando la institución o servicio necesite reglar sus actuaciones por que el alcance de los recursos depende en gran medida de la adquisición de determinados aprendizajes que son necesarios explicar. Ejemplos de este tipo son: centros educativos, centros de recreo, asociaciones deportivas…
- Formalidad alta cuando se trate de una institución cuyo funcionamiento dependa de la sistematización de la tarea que se realiza, como puede ser el servicio de educación familiar, escuela de padres, centro de menores... En este caso, la ausencia o por rigor en la definición del trabajo cotidiano pone en peligro la supervivencia del recurso.
 
- Duración: La duración hace referencia a la dimensión temporal del recurso, es decir, al tiempo que se necesita para realizar la tarea propuesta. Esta variable es la más subjetiva porque depende de las características del propio recurso:
 
- Largo plazo cuando el trabajo que se plantea abarque un periodo de tiempo amplio (suele concretarse en más allá de cinco años).
-Medio plazo cuando se trata de un trabajo alcanzable en un periodo de tiempo de entre cinco y dos años.
- Corto plazo cuando se trata de un trabajo medible dentro de un periodo breve de menos de dos años.
 
El proyecto que formulemos, y para corroborar que su diseño previo responde a la realidad sobre la que queremos actuar y tiene en cuenta los requisitos básicos para ser operativo, siempre debe poder responder a una serie de preguntas y debe representar el equilibrio entre la tensión que generan cada una de ellas. Estas preguntas son (Vila, J., 1996):
 
1. Cuáles son los Objetivos o la finalidad perseguida, y el por qué de la intervención: Toda intervención familiar se asienta en un modelo teórico de referencia que permite o facilita una mayor comprensión de las actuaciones que se lleven a cabo. El modelo sistémico postula la interrelación entre sistemas funcionales, desde el propio individuo hasta un marco más amplio. Todos los sistemas se caracterizan por procesos de cambios y de estabilidad, lo cual afecta directamente al desarrollo psicológico. Las aportaciones de este modelo al análisis de la familia muestra a ésta como un sistema abierto, estable, gobernado por reglas, compuesto por subsistemas, con jerarquías, con historias, experiencias, etc.
 
2. Cuál es la Socioestructura o realidad en la que se ejerce la intervención: El hecho de utilizar modelos es muy útil para orientar nuestras actuaciones, recurriendo a unos o a otros. La realidad cambiante de nuestra sociedad hace que los modelos deban ser cada vez más dinámicos y revisables, en la medida en que confrontados con la práctica comprobamos su validez.
 
El Objetivo General o último de la intervención es el de hacer posible la inserción crítica en la sociedad de las personas con las que se interviene, entendida ésta como la capacitación de los miembros de la familia para circular de modo constructivo, crítico y transformador por las diferentes redes sociales a las que irán teniendo acceso en su proceso evolutivo.
 
Si tenemos en cuenta que cada familia es única e irrepetible, esta característica dotará a cada proyecto de su particular peculiaridad; así que, aunque presentemos a continuación una serie de objetivos específicos de carácter global, estos habrán de adaptarse necesariamente a cada situación familiar concreta:
 
- Reforzar y estimular las capacidades y las potencialidades personales de cada miembro de la familia, con el objetivo de iniciar un proceso de mejora personal que permita conseguir una mejora global familiar.
- Involucrar de forma progresiva a los padres para que asuman las funciones y responsabilidades que como tales les pide la sociedad.
- Integrar a todas las personas que forman la familia en su entorno, utilizando los recursos y medios convencionales que éste ofrece.
 
3. Cuál es la Psicoestructura o a quién va dirigida la intervención: El programa de educación familiar se articula en un espacio concreto más o menos amplio: el barrio o distrito de una ciudad; poblaciones de menos o más de veinte mil habitantes; mancomunidades de ayuntamientos, etc. Sea cual sea el territorio se ha de partir de que en él coexisten el niño, la familia, los grupos y la comunidad; convirtiéndose en unidades de intervención directa o indirecta del programa de educación familiar, abordadas por el equipo interdisciplinar (trabajador social, Educador familiar, psicólogo...) o en coordinación con otros profesionales o entidades sociales de la población (médicos, profesores, logopedas, abogados, etc.).
 
4. Cuáles son los Recursos o medios disponibles: Las familias que participan en el programa de educación familiar presentan algún estado carencial, bien sea en la organización de la vivienda, en la economía familiar, en la precariedad laboral, en la falta de higiene personal y del domicilio, en la desprotección del menor: educación, alimentación, afecto, escolarización. Las familias, incluso las más caóticas y desorganizadas, conservan registros de flexibilidad y cambio que permiten contemplar en su seno mecanismos compensatorios, y esta es una característica que comparte con muchas otras realidades humanas.
 
La tendencia de las familias a resistirse a participar en el programa, hace que se tenga que reelaborar de nuevo algunos partes de la intervención y analizar el por qué de estas resistencias. La familia y sus recursos propios son los que se deben estimular y poner en marcha la intervención
 
5. Cuál es la materia temática o aprendizajes fundamentales que debe generar la intervención: Podríamos hablar de dos características propias de todas las familias. Una de ellas es su particularidad y especificidad con respecto al resto y la otra característica su similitud y la existencia de factores fijos a todas ellas.
 
Áreas de trabajo (Lerma, M.; Mensat, J. y Colás, C., 1998):
 
- Relaciones familiares: Favorecer relaciones conyugales adecuadas, ofrecer modelos de referencia adecuados, potenciar la confianza con los hijos, adecuar los roles familiares y las respuestas ante las actitudes de los hijos, consistencia parental).
- Educativa: Escolarización de los menores, participación en actividades extraraescolares,
prevención del absentismo escolar.
- Vivienda: Adecuar el equipamiento a las necesidades de la familia, facilitar el acceso a una vivienda por carecer de ella o inadecuación de la que tengan, asegurar el mantenimiento de los servicios básicos.
- Educación para la salud: higiene y alimentación: Adquisición de hábitos de higiene, seguimiento de la situación sanitaria, adecuación de las horas de sueño...
- Relaciones sociales: ocio y tiempo libre: Participación en actividades de ocio y tiempo libre, conocimiento del barrio, comprensión de las normas de convivencia...
- Organización y Economía del hogar: Organización del hogar, distribución y reparto de tareas, habilidad en el manejo del dinero)
 
- Legal y jurídica: Obtener la documentación mínima legal, aprender a desenvolverse autónomamente en instituciones y organismos...
 
- Laboral y de inserción profesional: Regulación de la situación laboral, acceso a cursos de formación de empleo, técnicas y apoyo a la búsqueda de empleo...
 
6. Cuál es la Metodología de trabajo o cómo se lleva a cabo la intervención: Cuando nos referimos a la metodología como estilo de trabajo hacemos hincapié en el tipo de relaciones que se establecen durante el desarrollo de la intervención; por otra parte, la metodología suele estar asociada a los recursos técnicos o procedimientos que se utilizan para llevar a cabo la actividad.
 
La intervención es un cúmulo de situaciones de aprendizaje y el Educador debe tener bien claro y sistematizado cuáles son las fases y componentes de la misma.
 
Definiremos en tres bloques los espacios o contextos de intervención: la relación individual, la vida cotidiana y la relación con la comunidad (Funes et al, 1998):
 
- La relación individual: La relación individual viene marcada por la interacción personal. El Educador juega, en un principio, un papel importante en esta relación, ya que es la persona encargada de poner en marcha el proceso de cambio, crea el marco de confianza y de sinceridad teniendo como base el diálogo y la conversación.
- La vida cotidiana: Hay que resaltar el papel que juega la vida cotidiana en el proceso de intervención familiar. Uno de los ingredientes necesarios para realizar la intervención familiar es la vida cotidiana del grupo familiar, su espacio de convivencia, que se concreta en el domicilio particular.
 
Habrá que comprender el por qué la vida cotidiana es un elemento educativo indispensable, y por qué éste debe entenderse como un contexto que facilita y organiza de forma estructurada y consistente los espacios, el tiempo y los recursos de la institución familiar.
 
El Educador Familiar trabaja con la familia en su propio territorio, en ese espacio vital de convivencia. Es el Educador el que va al encuentro de la familia, en lo que llamamos visita domiciliaria. Es este un espacio (el domicilio) y un tiempo (la visita) durante el cual se trabaja la organización colectiva de la vida común y la estimulación cognitiva de todas las áreas de aprendizaje por medio de la experimentación de formas de relación que habitualmente no se manifiestan. El acompañamiento durante el desarrollo de las actividades cotidianas tiene como finalidad posibilitar que los padres puedan hacerlo por sí mismos, y de este modo asumir y comprender que ellos deben acompañar a sus hijos durante sus aprendizajes. Las actividades a desarrollar son las siguientes (Bosch, J. M. y Sanchis, M., 1999):
 
- La relación con la comunidad: Las relaciones y las actividades que se desarrollan en contextos normalizados son una finalidad y un medio al mismo tiempo. Son una finalidad para los potenciales aprendizajes y son un medio porque desempeñan la función de espejo entre lo que se ha conseguido y lo que se tenía que haber conseguido.
 
La relación con marcos normalizados es fundamental, porque sabemos que los nuevos aprendizajes comportan dificultades, dudas y, con mucha frecuencia, fracasos debido a que aprendizajes comportan dificultades, dudas y, con mucha frecuencia, fracasos debido a que son estructuras muy tiernas que necesitan reforzarse con la repetición de experiencias de éxito. En este espacio el Educador tiene un papel relevante, porque realiza la función de apoyo de los nuevos aprendizajes
 
Estos diferentes contextos de intervención configuran una gran cantidad de funciones (que desarrolla el Educador, y que tienen preferentemente un carácter preventivo) como las siguientes (Bosch, J. M. y Sanchís, M., 1999):
 
- Ser punto de apoyo en el acompañamiento del proceso de toma de conciencia de la situación propia (autoconocimiento) que efectúan las personas que componen la familia.
- Fomentar los vínculos afectivos que favorecen los cambios en la familia, a través de una relación sincera y honesta.
- Realizar un acompañamiento emocional de la persona, respetando sus propias vivencias.
- Hacer posible la creación de zonas de desarrollo que sean próximas y que generen nuevos espacios de aprendizaje; es decir, facilitar herramientas a la familia para que puedan tomar las decisiones correctas en aquellas situaciones que conlleven un riesgo algo más elevado que el actual.
- Facilitar pautas y habilidades educativas con el objeto de mejorar las interrelaciones entre los miembros de la familia y su entorno.
- Estimular las capacidades y los recursos propios de cada persona y del grupo familiar, con el objeto de aumentar su autoestima individual y colectiva, y así ayudarles a integrarse mejor en su entorno social.
 
 
MALOS TRATOS Y VIOLENCIA DE GENERO. INTERVENCIÓN EN EL CONTEXTO FAMILIAR:
 
Se trabaja tanto con la víctima como con el agresor. Estos programas serían de tratamiento familiar, educación familiar, rehabilitación del agresor...
 
Cada programa y los objetivos planteados deben estar adaptados a las necesidades y a la situación de cada familia en particular, porque sólo así se cubren las deficiencias que existen y las dificultades con las que se encuentran.
 
Los programas de educación familiar tienen como objetivos generales:
 
- Reducir el número de institucionalizaciones del menor, aunque va a depender de los recursos destinados a los padres
- Mejorar la capacidad de la familia para hacer frente a distintas situaciones.
- Mejorar la calidad de las relaciones en la familia
- Reducir las situaciones estresantes que pueden surgir.
 
Para conseguir estos objetivos se trabajan distintas áreas como:
 
- Reconstrucción de un ámbito familiar adecuado: Condiciones adecuadas de vivienda, alimentación, vestimenta, limpieza...
- Educación hacia los hijos: Rol parental, ideología familiar, manejo de conductas...
- Comunicación en la pareja: Terapia de pareja, orientación laboral, entrenamiento en habilidades sociales, resolución de conflictos, comunicación, negociación, expresión de emociones...
 
Se utilizan estrategias como:

- Escuela para padres/madres: Se trata de enseñarles a establecer relaciones interpersonales positivas tanto entre ellos como con sus hijos y su entorno.
- En el propio domicilio familiar: Con familias en situación de riesgo de malos tratos también se llegan a cabo una intervención actuando en aquellos aspectos que es necesario cambiar y cuales potenciar.
- Centros de día: En estos centros se proporciona a los menores el cuidado necesario, sanitario, desarrollo de sus capacidades, interacción adecuada con sus padres. Se procuran que padres e hijos pasen el mayor tiempo posible mientras se trabaja su relación.
 
En el caso de una residencia de mujeres permanecen con sus hijos 3 ó 4 meses hasta que encuentren un trabajo o domicilio y se continua la intervención también una vez que salga del centro.
 

EDUCACIÓN FAMILIAR CON LA ETNIA GITANA:
 
Educación familiar: Encaminada a la sensibilización y toma de conciencia sobre la situación, actitud y posicionamiento frente a la escolarización.
 
La edad de entrada al matrimonio es bastante temprana, lo cual afecta directamente al nivel educativo alcanzado. A este respecto destaca el abandono prematuro de la escuela y la asistencia discontinua a los centros educativos. A pesar de que hoy en día la práctica totalidad de los niños gitanos están escolarizados, las peculiaridades de su cultura provocan que la mayoría no alcancen un nivel educativo medio.
 
Entre los adultos encontramos tasas de analfabetismo muy elevadas en comparación con el resto de la población. Este hecho, junto con el declive de las actividades profesionales a las que tradicionalmente se dedicaban muchos gitanos, hace que se trate de una población con grandes problemas para entrar y mantenerse en el mercado laboral.
 
La educación es muy importante para todos, como paso previo para conseguir y normalizar una situación social y de trabajo en el futuro. En este proceso de cambio se han promovido una serie de programas de compensación educativa y de apoyo a la escolarización gitana, así como de seguimiento y refuerzo a la asistencia de los niños gitanos a la escuela.
 
Las familias gitanas van formando parte del entramado social, conforme las viviendas, el trabajo y convivencia social se situa en los mismos niveles que el resto de la sociedad mayoritaria. La legalidad apoya la escolarización de los gitanos como ciudadanos de pleno derecho. Defiende su derecho y su deber de escolarizarse desde los seis a los dieciséis años y garantiza plazas escolares en estas edades.
 
Correcciones educativas:
 
- Evitar la segregación.
- Potenciar el acceso a la Educación Infantil de la población gitana. En los barrios donde no exista han de crearse, trabajando desde el principio hábitos de socialización, convivencia, normas, interculturalidad, confianza y participación de la familia en la escuela, etc.
- Enmarcar los programas de educación compensatoria dentro de los programas de desarrollo comunitario del barrio o ciudad. Necesidad de una coordinación y planificación conjunta entre los Servicios Sociales, los educativos, el asociacionismo y cualquier profesional o entidad que intervenga en el proyecto de desarrollo comunitario.
- Buscar alternativas para quienes abandonan prematuramente el sistema educativo o tienen graves dificultades para seguir el proceso educativo obligatorio. Introducir talleres y desarrollar aspectos de formación ocupacional que les sirva a los que van a incorporarse al mundo laboral de una forma inmediata.
 
 


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